REPORTAJE | Mafias crecientes, pero calles seguras | El ejemplo de la Costa del Sol

REPORTAJE | Mafias crecientes, pero calles seguras | El ejemplo de la Costa del Sol
Lecturas de fin de semana de La Opinión. 

 

(La Opinión) (fotografía, El Confidencial) 

 

Algún día la bautizaron “La Costa Nostra”, y muchas veces justificó ese apodo. La Costa incluye todo ese territorio que va desde Malaga hastaTarifa, pasando por Marbella, el Peñón de Gibraltar y Algeciras, entre otros lugares. 
En frente, cruzando el Mar Mediterráneo y el Estrecho de Gibraltar, está África. 
La referencia a la mafia siciliana siempre tuvo alguna razón. Se vio, por ejemplo, en mayo pasado, en un asesinato al estilo de El Padrino. 
Un padre orgulloso bajaba las escaleras de una iglesia luego del bautizo de su hijo. Un hombre apareció de la nada, se le paró en frente, y le disparó a sangre fría. Una ejecución con todo el sello de la mafia. 
El hecho alarmó a toda Marbella, una de las joyas turísticas de España. Pero no es la primera vez que algo así sucede. 
También hay lanchas que trasladan drogas desde el norte de África y enfrentan a los policías; algunos ajustes de cuenta aquí y allá que han comenzado a inquietar a sociedad y autoridades, y, más al norte, un gigantesco mercado de drogas que pide y pide. Todo es parte de un mismo problema. 
El sur de España, allí donde está la Costa del Sol, ha quedada en medio de esos dos mundos: el crimen organizado de África, las redes de la mafia en su propio territorio, y el mercado consumidor de Europa. El resultado empieza a ser temible.   
El problema, dicen, viene de la zona de Estrecho de Gibraltar, que es el escenario perfecto para que las lanchas rápidas del crimen organizado crucen el mar con las drogas. Pero también del inmenso tráfico de mercaderías por el puerto de Algeciras. 
Y las cosas empiezan a ponerse complicadas.
Así lo explica el diario El Confidencial, que recuerda en su párrafo a Mexico. 
“Desde hace unos meses, las playas de la Línea de la Concepción parecen un plató de televisión. La rebelión de los clanes del hachís, que han optado por enfrentarse a la policía y adoptar maneras más propias del cártel de Sinaloa que del viejo contrabando a la sombra de Gibraltar, ha puesto sobre aquellas costas de Cádiz el foco mediático y policial. Pero es a 20 kilómetros de allí, en el puerto de Algeciras, donde de manera silenciosa se está produciendo el gran desembarco. El de la cocaína en España como vía de entrada en Europa”.

CONTENEDORES Y MERCANCÍAS 

 

El 25 de abril pasado la Policía Nacional desbarató una banda en Algeciras. Encontró todo lo que ya se imaginaba: 8740 kilos de cocaina metidos en dos contenedores de plátanos que llegaron desde Colombia.
Entre los detenidos, un guardia civil que se encontraba trabajando en Resguardo Fiscal. La información extraoficial habló de “una corrupción generalizada en el puerto de Algeciras”.
Todos los años, casi cinco millones de contenedores llegan a ese puerto, uno de los más grandes de Europa. Pero la policía se ha dado cuenta que esos contenedores no solo traen mercancía legal. 
Han descubierto un modus operandis que los preocupa. 
En el país de origen del contenedor, que puede ser en Sudamérica, de donde llegará cocaína, o del norte de África, principal proveedora de hachis, alguien cierra la puerta y precinta el contenedor, pero tiene la delicadeza de dejar un precinto similar adentro. 
Ese contenedor será abierto en el puerto de Algeciras, se le sacará la droga, y se lo volverá a cerrar con el precinto que le dejaron, como si nada hubiese sucedido, aunque en realidad ya ha sucedido todo. 
La droga entrará al mercado más grande del mundo y su valor se multiplicará muchas veces. Es un negocio fabuloso. 
Esa complicidad de funcionarios es la que preocupa al Gobierno español. Los medios especializados hablan de que Algeciras es la mayor puerta de entrada de droga a Europa. 

 

CALLES SIN GUERRA 

 

Pero hay algo que ha evitado el descontrol. Todos coinciden en que en la zona hay instaladas poderosas mafias internacionales, pero por alguna razón no han tomado las calles de rehén, como sucede en varias zonas de México. 
“Acá muchos mafiosos viven como reyes, no necesitan que todos los ojos miren hacia aquí”, dice un policía. Los mafiosas, dicen, se instalan en la zona Puerto Banús, y nadie quiere alterar esa vida de lujo y tranquilidad. 
Más allá, en la Línea de la Concepcion, en la zona de Gibraltar, las autoridades tienen detectados 35 clanes que trafican hachis, que tienen 3000 soldados a sueldo. 
Un dato: tan sólo en 2017 se incautaron 145 mil kilos de hachis. ¿Cuántos habrán pasado sin ser vistos?.  
Y las lista de posibles mafias instadas es extensa: albanos-kosovares, rusos, magrebíes, irlandeses y colombianos están identificados. También, por supuesto, la Cosa Nostra y la Ndrangheta italianas. Y además, en muchas ocasiones, entre ellos mismos se roban los cargamentos de droga.  
Aún así, la guerra que se libra en las calles es de muy baja intensidad, comparada con México.  

 

LAS SEÑALES DE PREOCUPACIÓN 

 

“No somos Algeciras”, dice un hotelero prominente a la prensa local, como si fuese un guion que los integrantes de esa industria deben repetir estén donde estén. “No pasa nada”, es el lema. 
Pero están comenzando a pasar cosas. 
En los últimos meses se sucedieron un secuestro violento en Mijas, que terminó casi en doble asesinato; una ejecución en Estepona, en la puerta de una casa, y dos tiroteos y dos secuestros en Málaga.
 Meses atrás, detuvieron en Marbella al número tres de la mafia rusa. Pretendía matar a un rival y rehacer su organización en esa zona de España. 
Y luego hay datos casi curiosos. En el caso de los secuestros de Mijas, la policía detuvo a los culpables, integrantes de una banda del narcotráfico.
Eran tres suecos, y habían huido del lugar en un Porsche. 
Cosas del primer mundo. 

LA SEGURIDAD URBANA 

 

¿Cómo se hace, en un mundo de mafias entrecruzadas, para que la calle no esté llena de sangre? ¿Para que no haya 700 ejecutados en un año, como en Cancún?  
La respuesta parece estar en donde tiene que estar: se nota la presencia del Estado (así, con mayúsculas, que incluye a todos los órdenes de Gobierno) en todas partes. Las mafias siguen siendo un elemento ajeno, aunque traten, y a veces puedan, infiltrar a la autoridad. 
Los números son contundentes. En Málaga dicen que hacen falta 600 policías para acabar con la creciente inseguridad. Actualmente hay 900 policías para casi 600 mil habitantes.  
Pero aún así, en el primer semestre de 2018 los hurtos bajaron casi un 12%, y hubo apenas 9 asesinatos y otros 20 hechos violentos de ese tipo.
A pesar de la presencia de las grandes mafias, el total de las infracciones penales bajó alrededor de un 5% en Málaga, Marbella y Mijas en este año. 
Ese parece ser el camino. La presencia policial, el control, y confinar a las mafias y sus tratos a un submundo que se cruce la menor cantidad de veces posible con el de los demás ciudadanos de a pie.